Y una continúa por aquí. Eso de «se acaba el verano» es quizás demasiado, porque aún sigue. Pero se vuelve al colegio, se terminan las vacaciones…
Con alguna secuela todavía (hace ya algunos meses del accidente), pero al pie del cañón. Bueno, compartiendo responsabilidades domésticas con mi marido.
He vuelto a hacer deporte (he cogido peso; tanto tiempo parada se nota) y veo cómo aumenta la confianza que tengo en mis propias habilidades. Sigo meditando; ahora con más ahínco.
Es cierto que aún estoy «de aquella manera» pero aprendo a aceptar que ir andando y tambalearse va a acompañarme más tiempo.
¿Sabes que he vuelto a escribir ficción? Es algo que me hace feliz. Y cuando digo «he vuelto» es porque ya lo hice y lo dejé. Así que subidón. Y le añades el tener un amigo escritor que te dice «sigue, que vas por buen camino».
Nuevas rutinas, pero también las que ya existían.
Tres meses dan para mucho. La escala de valores se ha movido este verano. Decía Blancanija que la vida es como una estantería llena de baldas con objetos; ahora están de una manera y dentro de un rato han cambiado de posición.
El verano es un buen momento para reflexionar. Y lo haces casi sin darte cuenta.
Pero los estantes se reordenan, eso es así.
Mientras trabajas y realizas tareas que ya existen. Aparecen nuevos clientes, continúas escribiendo para lo que siguen. Y recapacitas.
¿Te quedas conmigo? Te leo en comentarios.
¡Gracias por pasarte!
Sigue, vas por buen camino
Gracias, Darío. Cuesta pero sin detenerme voy.